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María de Ávila.
Del eclecticismo a la ortodoxia.

Por Ana I. Elvira Esteban


No es posible saber lo que hubiera sucedido si en lugar renunciar a la escena, hubiera aceptado el contrato que el marido de Nina Verchinina le ofreció para bailar en Estados Unidos34. Implicaría adentrarse en el terreno de las especulaciones. Lo cierto es que a pesar de haber sido distinguida como una de las más destacadas y versátiles bailarinas españolas del momento, su faceta como artista fue dejando paso a la de maestra, con la que llegó a alcanzar una enorme relevancia y esta vez con repercusión internacional.

Sus primeros pasos como docente se remitían casi a su etapa de principiante, cuando requerida por la Pauleta, había colaborado y ayudado a su maestra en las clases. Esta experiencia aumentó años después, al tener la posibilidad de impartir algunas clases en esa misma escuela, ya bajo la dirección de Alexander Goudinov y alcanzó mayor profundidad gracias a su trabajo en el Institut del Teatre durante su etapa como primera bailarina en el Liceo.

Tras la dimisión de María Blanco en 1945, había accedido al puesto de ayudante de las clases de danza35 principalmente de danza española, aunque tampoco lo hizo con exclusividad, ya que en alguna ocasión también impartió clases de danza académica. Ambos estilos formaban parte de su experiencia cotidiana en el escenario. Ella se sentía plenamente identificada con ambos y aseguraba no haber tenido preferencias por uno u otro36. Su vinculación al Institut como maestra se extendió hasta el comienzo del curso 1948-194937 cuando, coincidiendo con su cambio de vida, renunció a su puesto38 y fue sustituida por Rosa Contreras.

La ciudad de Zaragoza no disfrutaba de un ambiente cultural semejante al de Barcelona, pero era un centro urbano que contaba con una buena tradición musical a través de las sociedades Filarmónica y de Conciertos, la Institución Fernando el Católico y el Conservatorio Profesional, lo que favorecía la existencia de una gran afición a la música entre sus ciudadanos. Todavía conservaba su tradición operística y hasta el Teatro Principal solían llegar algunos espectáculos de danza, pero la única escuela de baile que existía en ese momento era la academia de las hermanas Zapata y se dedicaba fundamentalmente al estudio, fomento y difusión del folclore aragonés.

El matrimonio de María de Ávila con el ingeniero zaragozano José María García Gil favoreció que su círculo de amistades se ampliara y así conoció muy de cerca a un heterogéneo grupo de intelectuales entre los que se encontraban Eduardo Fauquie, Luis García Abrines, Eduardo Cirlot, Pilar Bayona, Julián Gállego y Federico Torralba. Todos ellos estaban íntimamente relacionados con algún ámbito del arte y solían reunirse para acudir a espectáculos teatrales o conciertos. Es evidente que estas relaciones sociales facilitaron su contacto con la cultura de la ciudad y al mismo tiempo posibilitaron su inclusión dentro de un selecto ambiente intelectual.

Su primera alumna zaragozana fue Ana María Górriz39; con ella comenzó a impartir clases en una habitación de su casa. También fue su primera discípula con proyección internacional, ya que después de formar parte del Ballet del Teatro del Liceo, viajó a París para estudiar con Nora Kiss y fue contratada en la compañía del Marqués de Cuevas. Más tarde se incorporaría como solista en el Royal Winnipeg Ballet (Canadá)40 y allí continuó su carrera hasta alcanzar la categoría de primera bailarina41.

En el año 1954, decidió abrir una escuela en el número 15 de la calle del Coso. Según manifestaba María de Ávila en una entrevista, la primera idea sobre esa escuela había sido bastante doméstica42, sin embargo la respuesta a la apertura de su Estudio de danza académica fue irrebatible y el proyecto tuvo tan buena acogida, que se transformó en una exitosa salida profesional.

La primera representación pública de la escuela se organizó siguiendo los mismos presupuestos pedagógicos que había conocido como bailarina y como profesora en el Institut del Teatre: primero, un trabajo concienzudo sobre las bases prácticas en las clases, después, un acercamiento de los alumnos a la escena mediante muestras y exhibiciones. Esa actuación inaugural tuvo lugar en el Teatro Argensola en el año 195643. Comenzó con una conferencia de su amigo el profesor Torralba titulada «Iniciación a la danza», que pretendía ser una exposición informativa de los principios históricos, estéticos y técnicos de este arte, y estuvo acompañada de una muestra ilustrada que interpretaban varias alumnas.

María de Ávila encontró una magnífica recepción hacia su trabajo, tanto por parte de la crítica de la prensa local, como por parte de la sociedad zaragozana. Su presentación había contado con el apoyo de un profesor universitario de reconocida trayectoria44 y la danza académica en ese momento se consideraba una instrucción muy adecuada para señoritas, porque aportaba elegancia, sentido de la femineidad y otros atributos semejantes. Podría decirse, por tanto, que el ciudadano de clase media-alta acudió a la cita con gran interés45, ya que se sentía fuertemente atraído por ese toque de distinción con aires de aristocracia que se percibía los espectáculos de danza clásica. Durante muchos años, el Estudio de María de Ávila fue un destacado punto de referencia social en Zaragoza, y sin embargo, nunca se trató de un simple entretenimiento; pues así lo transmitía esta maestra a sus discípulos.

34 RIOJA, Ana, op. cit., p. 32. Volver al texto

35 Memoria del curso 1945-46. Barcelona, Institut del Teatre, p. 6. Archivo MAE-Institut del Teatre. Volver al texto

36 Entrevista a María de Ávila, Zaragoza, 20-06-1996. Volver al texto

37 Memoria del curso 1948-49. Barcelona, Institut del Teatre, p. 6. Archivo MAE-Institut del Teatre. Volver al texto

38 Previamente en el curso anterior, la Comisión Gestora de la Diputación Provincial había nombrado a «la señorita María Gómez de Ávila» como profesora auxiliar de la Cátedra de Danza con carácter eventual. Memoria del curso 1947-48. Barcelona, Institut del Teatre, p.5. Archivo MAE-Institut del Teatre. Volver al texto

39 CISTUE DE CASTRO, Pablo. «Ana María Górriz». Heraldo de Aragón, 22-06-1958. Volver al texto

40 GONZÁLEZ LÓBEZ, Pablo. «Ana María de Górriz, alumna aventajadísima de María de Ávila, ha pasado un mes en Zaragoza, su ciudad natal». Heraldo de Aragón, 24-05-1972. Volver al texto

41 Se ha publicado recientemente un libro que aborda la trayectoria artística de esta bailarina: TURMO, Inés. Biografía de Ana Mª de Górriz. Memorias de Rita Joe. Varsovia, Amazon Fulfillment, 2020. Volver al texto

42 Durante el acto de homenaje que la Compañía Nacional de Danza le hizo en su sede madrileña en 2014, su hija Lola de Ávila nos informó de que la iniciativa de la apertura de dicha escuela partió de su padre, José María García Gil. Volver al texto

43 Programa función fin de curso, Estudio de Danza Académica María de Ávila, 20-04-1956. Archivo Ángela Santos; CISTUE DE CASTRO, Pablo. «Un gran festival de arte del ballet en el Teatro Argensola». Heraldo de Aragón, 21-04-1956. Volver al texto

44 Así lo entendían los propios Federico Torralba y María de Ávila. Entrevista a Federico Torralba, op.cit. Entrevista a María de Ávila, op. cit. Volver al texto

45 CISTUE DE CASTRO, Pablo. «II fin de curso del estudio de danza académica de María de Ávila». Heraldo de Aragón, 04-06-1957. Volver al texto