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María de Ávila.
Del eclecticismo a la ortodoxia.

Por Ana I. Elvira Esteban


Hubo un asunto ajeno a lo estrictamente estético o artístico, que marcó profundamente su estancia en la compañía: las relaciones internas de la propia agrupación. Las primeras desavenencias entre bailarines y dirección se iniciaron poco tiempo después del estreno de su primer programa en enero de 1984. Los desacuerdos fueron creciendo y se agudizaron hasta convertirse en un enfrentamiento abierto que provocó la renuncia de esta veterana maestra.

Tras su marcha se apuntó la inestabilidad en el equipo de dirección como una de las causas de los grandes problemas que se desencadenaron. Sin descartar que fueran necesarios ciertos ajustes en ese sentido, no puede decirse que ese fuera el único motivo que enfrentó a los miembros del ballet con la dirección. Algunos años después, la propia María de Ávila aseguró que su proyecto «no fue entendido ni totalmente ni en parte» y probablemente esa fuera una de las causas de su polémico paso por el Ballet Nacional de España-Clásico. Lo que quedó patente fue la incompatibilidad de una parte del elenco con su modo de entender la danza y su pretensión de imponer criterios de trabajo y dedicación basados en esa misma disciplina, rígida y espartana que había establecido en su escuela durante toda su trayectoria pedagógica. Su enfoque no fue comprendido por muchos bailarines que arrastrados por el vértigo de esa nueva sociedad española que cuestionaba rotundamente «toda forma de intolerancia y autoridad»79, intentaban recuperar el tiempo perdido y pretendían igualarse al resto de Europa.

Tras su marcha de los Ballets Nacionales, María de Ávila retornó a Zaragoza y reinició su labor pedagógica, pero ahora en su escuela contaba con nuevos apoyos, y junto a ella trabajaban maestros como Susan Burnett, Ana Baselga o su nieta Claudia Faci.

En 1988, siguiendo un proceso muy semejante al que había permitido nacer al Ballet de Zaragoza, un grupo de jóvenes bailarines procedentes de su escuela se presentó en unas jornadas culturales de la localidad zaragozana de Fuendetodos80. De nuevo sorprendieron al público por su espléndida formación académica y por su extremada juventud. Este éxito fue un nuevo pretexto para constituir una pequeña compañía que se conoció como Joven Ballet de María de Ávila, cuya trayectoria escénica abarcó desde su siguiente actuación en mayo de 1989 en la ciudad francesa de Agen81, hasta la última representación en el teatro Principal de Zaragoza en 199182.

En esta ocasión los miembros de esta joven compañía no procedían tan sólo de la escuela zaragozana. También se unieron a ella los alumnos que su hija Lola de Ávila había formado en su escuela de Madrid, quien finalmente se haría cargo de la dirección del grupo. Su presentación oficial tuvo lugar en Segovia en septiembre de 198983.

Como sucedió con el Ballet de Zaragoza, se trataba de impulsar un proyecto que permitiese ayudar a los jóvenes discípulos de ambas escuelas a enfrentarse al escenario y se creó en un momento propicio, porque este tipo de iniciativas proliferaban en ese momento en toda Europa; aunque el número de bailarines que integraba la compañía era mayor que en el caso anterior84 y ello ofrecía más posibilidades.

El repertorio estuvo integrado en su mayoría por obras clásicas de estilo clásico, como la suite de Cascanueces de Petipa, el Grand pas Classique de Gsovsky, el Grand pas de Quatre de Perrot o el paso a tres del primer acto de El lago de los cisnes de Petipa-Ivanov, y otras de nueva creación como Divertimento de Susan Burnett. En su mayoría eran modelos establecidos de la escuela académica que permitían demostrar el dominio del lenguaje y la ejecución virtuosa de los bailarines. Se incluyó además una coreografía de Claudia Faci, Si supieras, inspirada en los lieder de Strauss, que ofrecía una aproximación más ecléctica a la danza. Una vez más su presentación ante el público fue exitosa85 y permitió que se consiguieran actuaciones en Madrid, donde volvieron a repetir una magnífica acogida86.

El Joven Ballet de María de Ávila prolongó su actividad durante unos dos años y medio y durante ese tiempo mantuvo planteamientos artísticos y estilísticos muy semejantes. A las obras anteriores se sucedieron otras como el paso a dos de Don Quijote o la variación solista del Cisne negro y también se abordó un importante reto para una compañía de estas características: la puesta en escena del acto cuarto de La bayadera, un ballet de gran formato creado por el gran coreógrafo de la ortodoxia tradicional, Marius Petipa. Así, el último proyecto de María de Ávila se acercaba más que nunca a la meta ideal que siempre había tenido presente; no por ello careció de una tímida apertura hacia otros lenguajes más cercanos a lo contemporáneo como La noche de Claudia Faci o Sinónimos de Mónica Runde, dos creaciones que se alejaban de la estética de las zapatillas de punta y buscaban planteamientos coreográficos más abiertos a experimentar con el movimiento.

La trayectoria escénica de la compañía no fue muy larga. Actuaron en teatros zaragozanos o de la comunidad madrileña y también realizaron una gira por distintas universidades estadounidenses que duró aproximadamente un mes, con un programa en el que se incluyó una coreografía de Lola de Ávila inspirada en las Sonatas del Padre Soler.

El Joven Ballet disfrutó a lo largo de su trayectoria de una gran aceptación y su carácter semi-profesional le permitió mantener su actividad. Al no contar con un presupuesto económico, su disolución fue inevitable, pero al igual que lo había hecho algunos años antes el Ballet de Zaragoza, volvió a constituir una prueba más de que era factible dejar atrás los prejuicios de estilo y crear una compañía dedicada a representar obras tradicionales de repertorio clásico-académico.

Tras su desaparición, María de Ávila abandonó definitivamente su faceta como directora y continuó ligada a la danza a través del magisterio; la formación de alumnos continuó en la escuela, así como su incorporación a diferentes compañías nacionales o extranjeras. Durante los siguientes años contó con la colaboración de algunas discípulas que decidieron seguir sus pasos como Yolanda Plaza y María Jiménez Arrechea. Más tarde su actividad fue progresivamente disminuyendo y su hija Lola fue tomando el relevo generacional hasta su retiro definitivo.

79 MALEFAKIS, Edward. «Cambio cultural y transición: una visión comparada». TUSELL, Javier y SOTO, Álvaro (eds.). Historia de la transición 1975-1986. Madrid, Alianza, 1996, pp. 358-359. Volver al texto

80 Programa Jóvenes alumnos de la Escuela de María de Ávila, Teatro El Granero, Fuendetodos, 16-04-1988, Archivo de María Jiménez. Volver al texto

81 Programa de L’Academie de Danse María de Ávila de Saragosse, Agen, s.f. Archivo de Violeta Gastón. Volver al texto

82 Programa del Joven Ballet María de Ávila, Teatro Fleta, Zaragoza, 14-06-1991. Archivo de María Jiménez. Volver al texto

83 Programa del Joven Ballet María de Ávila, Teatro Juan Bravo, Segovia, 15 y 16-09-1989. Archivo de Ruth Vaquerizo. Volver al texto

84 En su presentación en el Teatro Juan Bravo de Segovia, los integrantes del Joven Ballet María de Ávila fueron los siguientes: Pilar Alegre, Isabel Araús, Marta Barahona, Mª Ángeles Bescós, Federico Bosch, Ester Carrasco, Amador Castilla, Ana Isabel Cejudo, Blanca Coma, Miriam Cremades, Elías García, Mónica García, Sergio García, Idoia Garmendia, Diego Gastón, Violeta Gastón, Genma Geli, Cristina González, Eva Herrero, Victoria Hinojosa, Amaya iglesias, Elena iglesias, Elisabeth Iglesias, Beatriz Jerez, Sonia López, Elena Lozano, Elia Lozano, Raquel Marraco, Mª José Montijano, Beatriz Pascual, Maribel Reyero, Diego Román, Mª Jesús Soto, Nuria de Ulibarri, Cristina Undiano, Ruth Vaquerizo y Virginia Larrasquitu. Volver al texto

85 BRAVO, Julio. «Ballet de María de Ávila, primeros pasos bien encaminados». ABC, 18-09-1989; RICO, Mercedes. «Rodillas estiradas». El País, 18-09-1989; BAGÁ, Xavier. «Joven Ballet María de Ávila: una historia que se repite». Monsalvat, nº 176 (noviembre de 1989), p. 30. Volver al texto

86 BRAVO, Julio. «Joven Ballet de María de Ávila, reválida en Madrid». ABC, 20-12-1989. Volver al texto