logo homenaje a María de Ávila

Presentación

Con Homenaje a María de Ávila (1920-2014), el Centro de Documentación de las Artes Escénicas y de la Música del INAEM-Ministerio de Cultura y Deporte desea recordar a una de las más importantes figuras de la danza de nuestro país en el año del centenario de su nacimiento.

El eje de la publicación son las cuatro secciones documentales referidas a cuatro áreas que recogen sus años de Formación, su paso por la Interpretación y la labor realizada desde su Magisterio y Dirección de compañías, ámbitos en los que María de Ávila se constituyó como referente indiscutible. A estas secciones se suman las denominadas Reconocimientos, homenajes y galardones y Multimedia. Todas ellas se nutren de una selección de documentos históricos cuya inclusión aquí ha sido posible gracias a la generosidad e implicación de todas las instituciones y particulares que han colaborado en la publicación y que se relacionan en los Créditos. A todos ellos, nuestro mayor agradecimiento y, de manera muy especial, a Lola de Ávila.

Las secciones mencionadas se acompañan de una Semblanza de María de Ávila, un recorrido por su amplia Trayectoria profesional y un artículo de investigación titulado María de Ávila. Del eclecticismo a la ortodoxia, textos todos elaborados por Ana Isabel Elvira Esteban, catedrática interina de Historia de la Danza en el Conservatorio Superior de Danza María de Ávila de Madrid, cuyo trabajo de coordinación documental e investigación es verdaderamente la esencia de esta publicación.

Justo es agradecer también al equipo del CDAEM su trabajo en este proyecto y su entusiasmo por llevarlo a cabo en un año difícil que, no obstante, no nos ha impedido realizar este Homenaje a María de Ávila.

Javier de Dios
Director del Centro de Documentación
de las Artes Escénicas y de la Música (CDAEM)


Semblanza

Nacida para bailar

¿Verdad que es muy bonito bailar? Yo, si naciese, volvería a bailar.

María de Ávila. Extracto de "Conversaciones con María de Ávila" (abril de 2006), Canal You Tube del Conservatorio Superior de Danza María de Ávila, https://www.youtube.com/watch?v=TkL22ywbvHM .

El 10 de abril de 1920 nacía en Barcelona María Dolores Gómez de Ávila. Nada en su entorno familiar de clase media hacía presagiar que se dedicaría en cuerpo y alma al baile. Pese a las reticencias que mostraba la familia, cuyos integrantes ─a excepción de su tía Cándida− no terminaban de aceptar con agrado su deseo de bailar, logró asistir a las clases de Pauleta Pàmies, antigua bailarina y maestra coreográfica del Gran Teatro del Liceo, y a partir de ese momento su futuro quedaría ligado a la danza para toda su vida.

María subió pronto a los escenarios, al igual que la mayor parte de sus compañeras de escuela. En aquella época era habitual que las alumnas participaran en funciones profesionales interpretando pequeños papeles como figurantes y eso le permitió familiarizarse con el espacio del Liceo, uno de los más carismáticos recintos de su ciudad y su hogar escénico durante su trayectoria como bailarina. Gracias al vínculo con este teatro, en el que permaneció como primera bailarina de su cuerpo de baile durante nueve temporadas y su participación en todo tipo de recitales y funciones junto a artistas como Vicente Escudero, Alexander Goudinov, Edmond Linval o Joan Magriñà, su compañero liceístico y principal partenaire, alcanzó su reconocimiento como una de las más destacadas intérpretes coreográficas durante la década de los años cuarenta.

Tras retirarse de los escenarios por decisión propia, contrajo matrimonio y abandonó su ciudad natal para ubicarse en Zaragoza. Se trasladó porque quería compartir su vida y crear una familia con su marido, José María García Gil, pero lo hizo sin abandonar la danza, la gran compañera de su vida. Fundó su propia escuela, el Estudio de Danza Académica María de Ávila., y a base de trabajo, rigor, esfuerzo y mucha constancia, convirtió ese segundo hogar profesional en un relevante foco de formación dancística del que salieron no sólo brillantes bailarines con proyección internacional, sino además señalados maestros que han extendido su influencia por muchos otros rincones de nuestro territorio.

De forma natural -tal y como ella solía manifestar-, había transformado su periplo profesional para dedicarse a la docencia y del mismo modo adoptaría un nuevo papel, esta vez vinculado a la dirección de varias compañías de danza: el Ballet de Zaragoza, el Ballet Nacional de España y el Joven Ballet María de Ávila. Este fue un periodo intenso de su vida que transcurriría durante la década de los ochenta y el inicio de los noventa, coincidiendo con el gran boom artístico y cultural que se produjo en la sociedad española con la implantación de la democracia, tras el cual volvió a centrar su atención en su labor como maestra y se mantuvo activa más allá del siglo que la vio nacer, al tiempo que su hija, Lola de Ávila, tomaba el relevo y se hacía cargo de su escuela.

María de Ávila falleció el 27 de febrero de 2014 en esa misma tierra que en los años cincuenta la había acogido con los brazos abiertos y la adoptó como una zaragozana más.

Las reservas de su familia no pudieron frenar su temprana vocación. Aquella niña menuda y de apariencia frágil había nacido para bailar y lo hizo en el más amplio sentido de la palabra, interpretando, enseñando y dirigiendo, en definitiva mostrando una fortaleza tal, que logró convertirse en una de las más destacadas figuras de la danza de nuestro país y su nombre ha quedado indisolublemente unido a la historia.

Foto dedicada. 1939-1945 ca. Archivo MAE-Institut del Teatre
Foto dedicada. 1939-1945 ca. Archivo MAE-Institut del Teatre
Joan Magriñà y María de Ávila en <em>El sombrero de tres picos</em>. Archivo MAE-Institut del Teatre
Joan Magriñà y María de Ávila en El sombrero de tres picos. Archivo MAE-Institut del Teatre
María de Ávila y Joan Magriñà en <em>Variante de bulerías</em>. Legado familiar de María de Ávila
María de Ávila y Joan Magriñà en Variante de bulerías. Legado familiar de María de Ávila

Trayectoria

1920


Nace en Barcelona (10 abril).

Hacia los diez años ingresa en la escuela de la bailarina y maestra de danza Pauleta Pàmies. Interpreta pequeños papeles en algunas óperas representadas en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona como los esclavitos negros en Aida de Verdi o el niño que sale del cisne en Parsifal de Wagner.

Durante sus años de formación también estudia con los maestros Antonio Bautista y Antonio Alcaraz, además de solfeo con Busoms y guitarra con Tarragó en el Conservatorio del Liceo.


Se incorpora al cuerpo de baile del Liceo.

1934

1936

Con el estallido de la Guerra Civil tiene la oportunidad sustituir a la primera bailarina del cuerpo de baile del Liceo, que tras una inicial suspensión, reanuda sus actividades de acompañamiento de las representaciones de ópera en el Teatro Tívoli de la capital barcelonesa.


Interviene junto a Josefa Sansalvador y Rosita Segovia en el Homenaje a Pauleta Pàmies organizado en el Institut del Teatre de Barcelona (25 de mayo).

1937

1938

Abandona temporalmente las tablas.

Conoce a Alexander Goudinov, apodado como Sacha Goudine, un bailarín ruso afincado en Barcelona desde 1919. Con él toma clases durante todo el período de guerra.


Tras superar las audiciones convocadas por Joan Mestres y Calvet, empresario del Gran Teatro del Liceo, es contratada como primera bailarina.

Participa en la Quincena Musical de San Sebastián tomando parte en la versión El amor brujo coreografiada por el bailarín vallisoletano Vicente Escudero y dirigida por César Mendoza Lasalle (3 y 5 de septiembre).

Ese mismo año tiene lugar la reapertura del Teatro del Liceo. María de Ávila, junto a Joan Magriñà y el cuerpo de baile de este recinto teatral, intervienen en la opera Goyescas de Granados (9 de diciembre).

1939

1941

Participa, junto a otros miembros del cuerpo de baile del Teatro del Liceo, en las galas de celebración de la apertura del Teatro de la Comedia en Barcelona (2 y 6 de abril).

Se estrena la película Los millones de Polichinela, de Gonzalo Delgrás, en la que participa junto a Alexander Goudinov (Junio).

Interviene como primera bailarina en una temporada de ópera organizada por el Teatro Tívoli de Barcelona. Se representan las obras Aida de Verdi, La Boheme de Bellini y Carmen de Bizet (5 de julio).


Junto a su partenaire Joan Magriñà y los artistas Mercedes Capsir y Raimon Torres, participa en una gala en honor a la figura de Francisco Franco, quien viaja a Barcelona para visitar la ciudad. El evento tiene lugar en el Palacio de Pedralbes.

Después de la temporada en el Liceo, interviene como primera bailarina en la ópera Aida de Verdi en el Teatro Principal de Zaragoza.

Presentación en el Teatro Fontalba de Madrid de la Compañía Española de Ballets. María de Ávila forma parte del elenco como primera bailarina (20 de abril). Función en el Nuevo Teatro (29 de abril).

Realiza una gira con la misma agrupación por distintos pueblos y ciudades del país, entre los cuales visita Granada y Torrelavega.

1942

1943

Presentación en el Teatro Principal de Zaragoza de la Compañía Española de Danza, de la que forman parte como primeros bailarines María de Ávila y Joan Magriñà (28 de enero).

Participa junto a Joan Magriñà en la Fiesta de Exaltación del Folklore Aragonés interpretando la obra Airadas de Aragón (Octubre).


Interviene en un homenaje a Fokine en Madrid junto a Edmond Linval y Florentina Ricardi.

Recital de danza junto al bailarín francés Edmond Linval, primer bailarín de los Ballets de Montecarlo. Palacio de la Música de Barcelona (4 de mayo).

Instituto Francés de Madrid. Toma parte con Edmond Linval en dos conferencias ilustradas sobre la danza teatral en Francia.

Representación de Aida de Verdi en la Fiesta Mayor de la localidad de Sabadell (Agosto).

Junto a Filo Feliú, Maruja Blanco, Rosario de Alba, Juanita Soler y José Ferrán, toma parte en un recital de danza en homenaje a Joan Magriñà. Palacio de la Música de Barcelona (15 de noviembre).

Participa en una celebración-homenaje a la figura de Sacha Goudine (Diciembre).

Recital de danza celebrado en el Palau de la Música de Barcelona. Interviene junto a Joan Magriñà y otros miembros del cuerpo de baile del Liceo como Filo Feliú y el Ballet de Paul Goubé e Yvonne Alexander (24 de diciembre).

1944

1945

Teatro de la Zarzuela de Madrid. María de Ávila y Joan Magriñà, junto al ballet del Liceo, son convocados para participar en una temporada de ópera (Febrero/marzo).

Teatro Español de Madrid. Recital de danza a cargo de María de Ávila y Joan Magriñà (12 de marzo).

Interviene junto a Joan Magriñà y otros artistas aragoneses en la gala de la Fiesta de Exaltación del Folklore Aragonés celebrada en el Teatro Principal de Zaragoza: baila las piezas Ya se van los segadores y los boleros de Tauste y Caspe (Octubre).

Recital de danza junto a Joan Magriñà en el Teatro María Guerrero de Madrid (5 de noviembre).


Comienza a impartir clases de danza en el Institut del Teatre de Barcelona dentro del equipo de Joan Magriñà.

Participa en una gala a beneficio de la Cruz Roja. Teatro Madrid. (Marzo)

Recital de danza en compañía de Joan Magriñà. Teatro María Guerrero de Madrid (22 de mayo).

Interviene en la gala de celebración del II Centenario del Nacimiento de Goya. Teatro Romea de Barcelona (4 de junio).

Toma parte en la función de gala que clausura el I Congreso de Derecho Civil. Teatro Principal de Zaragoza (Octubre).

Interviene en un recital de danza junto al cuerpo de baile del Liceo, Joan Magriñà y Alejandra Dimina (20 de octubre).

Se inicia el rodaje de Mariona Rebull de Gonzalo Delgrás. Participa en las escenas de danza junto a Magriñà.

1946

1947

Interviene en una gala benéfica en la Casa de la Caridad de Barcelona junto a otros artistas como María Santpere, Sacha Goudine, Trini Borrull, Mercé Capsir y Joan Magriñà (Enero).

Toma parte, junto a Joan Magriñà y el cuerpo de baile, en el festival homenaje a Falla celebrado en el Teatro del Liceo de Barcelona (Enero).

Participa con Joan Magriñà en un recital de danza organizado por la obra sindical “Educación y Descanso”. Palacio de la Música de Barcelona (2 de marzo).

En compañía de su partenaire Joan Magriñà y del cuerpo de baile del Liceo, colabora en el Homenaje a Falla organizado en el Orfeo Gracienc de Barcelona (12 de abril).

Es nombrada profesora auxiliar de la Cátedra de Danza en el Institut del Teatre. (Mayo)

Actúa junto a Joan Magriñà en el Festival del Corpus Christi de Granada (Junio).

Interviene en el Homenaje a Falla celebrado en el Teatro El Retiro de la localidad de Sitges (19 de julio).

Estreno de Mariona Rebull.


Homenaje a Mme. Lubov Tchernicheva en el Estudio Magriñà (7 de mayo).

Toma parte en un homenaje a Falla y Granados en la Plaza del Rey de Barcelona (28 y 30 de agosto).

Rechaza un contrato para bailar en EE.UU.

Contrae matrimonio con el ingeniero zaragozano José María García Gil.

Renuncia a su puesto como primera bailarina en el Teatro del Liceo y como profesora en el Institut del Teatre (Octubre).

1948

1949

Nace su hija Dolores García Gómez, Lolita.


Se traslada a vivir a Zaragoza.

Comienza a impartir clases particulares a Ana María de Górriz, su primera alumna zaragozana.

Junto a Joan Magriñà participa en dos fiestas de gala celebradas en Zaragoza para exaltar el folclore aragonés (Octubre).

1950

1951

Como primerísima bailarina, participa en las actuaciones de los Ballets de Barcelona en el Teatro Principal de Zaragoza (11 y 15 de mayo) y actúa en una gira por el norte de España (Teatro Arriaga, 19 mayo, y Teatro Campoamor, 9 de junio).


Abre su escuela de danza académica en Zaragoza en la calle del Coso, 15.

1954

1956

Organiza el primer festival de fin de curso celebrado por su escuela. Teatro Argensola de Zaragoza (20 de abril). Interviene el profesor Federico Torralba Soriano. A partir de ese momento las funciones se sucederán un año tras otro.


Actuación del Ballet de María de Ávila en las Fiestas de Primavera (4 de abril).

1964

1965

Recibe el Premio Santa Isabel de la Excma. Diputación Provincial de Zaragoza por su aportación a la danza en la ciudad.


La Institución Fernando el Católico de la Diputación Provincial de Zaragoza le concede el Premio San Jorge.

Presentación del Ballet de Cámara de Zaragoza en “Juventudes Musicales” (5 de abril).

1974

1977

Traslado de su escuela a la calle Francisco de Vitoria, 25.


Entra a formar parte de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis en Zaragoza. En su discurso de ingreso expone una amplia reflexión sobre la danza titulada: El ballet, arte del siglo XX (Mayo).

1979

1980

En homenaje a su labor y dedicación, sus alumnos editan una publicación que reúne programas de las actuaciones de fin de curso y una recopilación de fotografías de su escuela.


Se celebra una función escénica con motivo del XXVº aniversario de la apertura de su escuela (26 de mayo).

1981

1982

El Ayuntamiento le concede la Medalla de Oro de la Ciudad de Zaragoza (Junio).

Nace el Ballet de Zaragoza a partir de un grupo de alumnos aventajados de la escuela que participa en los Festivales Goza de la capital Zaragozana (Septiembre).

Presentación del Ballet de Zaragoza en el Teatro de la Zarzuela de Madrid (Septiembre).


Es nombrada directora de las dos compañías nacionales, el Ballet Nacional de España y el Ballet Nacional Clásico, que pasan a denominarse globalmente como Ballet Nacional de España (Febrero).

1983

1986

Presenta su dimisión como directora de los Ballets Nacionales (Septiembre).


Los “Jóvenes bailarines de la escuela de María de Ávila” actúan en la localidad zaragozana de Fuendetodos (Abril).

1988

1989

Recibe la Medalla de Oro de las Bellas Artes.

El Joven Ballet de María de Ávila se presenta en el Teatro Juan Bravo de Segovia (septiembre) y en el Teatro Español de Madrid (diciembre-enero).


El centro español del Instituto Internacional de Teatro de la UNESCO le encarga la redacción del mensaje de celebración del Día Internacional de la Danza. Se publica en número 183 de la revista Montsalvat (Junio).

1990

1992

Por iniciativa del pabellón aragonés de la Exposición Universal de Sevilla, recibe un homenaje en el Festival Internacional de Itálica. Se organiza una gala escénica en la que participan sus alumnos Ana Laguna, Trinidad Sevillano, Ruth Vaquerizo y Antonio Castilla, entre otros destacados artistas.


Recibe un homenaje de la Asociación de Profesionales de la Danza de la Comunidad de Madrid como reconocimiento a su gran aportación a la danza (Abril).

1993

1996

Recibe el Premio Aragón.


El Círculo de Bellas Artes de Madrid le otorga su Medalla de Oro.

1998

1999

Recibe un doble homenaje escénico en el Teatro Principal de Zaragoza: actuación de alumnos de diferentes escuelas de danza y gala (29 y 30 de noviembre).


Con motivo de su 80 cumpleaños el Gobierno de Aragón le entrega una placa-homenaje el Día Internacional de la Danza.

2000

2004

Recibe el Maximino de Honor en 2004.


El Ministerio de Educación y Ciencia le concede la Gran Cruz de Alfonso X El Sabio.

La Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid bautiza con su nombre el Conservatorio Superior de Danza.

2006

2007

El Consejo de Ministros le concede la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo a propuesta del Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, D. Jesús Caldera.


Recibe la Medalla de oro del Gran Teatro del Liceo de Barcelona.

El Ayuntamiento de Zaragoza bautiza una calle con su nombre en el barrio de Montañana.

2009

2010

Recibe el Premio Heraldo a los Valores Humanos.


Recibe el galardón “Una vida para la danza”, otorgado por el Festival Internacional de Danza de Miami.

El Gobierno de Aragón crea y habilita el Centro de Innovación y Formación Educativa “María de Ávila” en Zaragoza (Diciembre).

2013

2014

Fallece en su casa de Zaragoza junto a su hija y sus nietas (27 de febrero).

La Compañía Nacional de Danza realiza varias actuaciones en su honor en el Teatro Principal de Zaragoza (Junio) y bautiza una sala de ensayo de la sede con su nombre.


Secciones documentales

Formación

“La danza académica (…) no enseña todas las danzas, pero si se quiere danzar en toda la extensión de la palabra será forzoso que estudiemos sus enseñanzas y nos adiestremos en sus ejercicios. (…) Así se bailará «Ballet Clásico» (…) o danzas húngaras, o inventaremos un nuevo ballet. Pero para poder hacerlo bien será preciso haberse agarrado durante muchas horas a la barra de una escuela de Danza Académica.”

María Dolores Gómez de Ávila, El ballet, arte del siglo XX. Discurso de ingreso de académico electo, Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis, Zaragoza, 1979, p. 11.

María Dolores Gómez de Ávila inicio sus primeros pasos en el mundo de la danza (clásica y española) hacia los diez años con la maestra Paula Catalina Carmen Pàmies y amplió sus estudios de danza con Antonio Bautista y Antonio Alcaraz, de solfeo con Busoms y de guitarra con Tarragó.

Pauleta Pàmies (1851-1937) había sido primera bailarina de rango español en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona, pero desde su debut en 1864 representó todo tipo de roles y estilos. Tras abandonar su actividad escénica, además de regentar una escuela privada en la calle San Pablo, había pasado a ejercer el papel de directora coreográfica del cuerpo de danza en ese mismo teatro. La Pauleta, apodo cariñoso por el que también era conocida, era toda una institución en la capital catalana y eso explica el populoso entierro público que recibieron sus restos mortales el 1 de abril de 1937, al que acudieron muchos ciudadanos barceloneses para acompañar a esta carismática figura -tal y como dejaron reflejadas las crónicas periodísticas de la época-. Meses después también recibiría un cálido homenaje en el Institut del Teatre, en el que Rafael Moragues impartió una conferencia centrada en su vida y la Barcelona de su tiempo, y tres de sus discípulas (Josefa Sansalvador, Rosita Segovia y María de Ávila) participaron interpretando varias piezas bailadas.

María de Ávila logró que le permitieran tomar clases de danza con Pauleta Pàmies gracias a la ayuda de una de las hermanas de su madre, Cándida, quien insistió en lo beneficioso que sería para despertar su apetito y para su salud, aunque en realidad no era más que una ingenua artimaña para sortear la negativa de su familia.

El vínculo con su maestra, ya entonces octogenaria, le permitió tener un fácil acceso a las producciones de ópera y danza que se representaban en sus tablas y llegó a formar parte, como muchas otras compañeras de formación, del elenco de algunas funciones profesionales en las que interpretó pequeños papeles infantiles: el niño que sale del cisne en Parsifal (Wagner) o los esclavitos negros de Aida (Verdi).

Su inicio como profesional en el cuerpo de baile del Liceo fue temprano y podría decirse que su accenso fue algo meteórico, ya que al estallar la Guerra Civil tuvo que sustituir a la primera bailarina Carmen Salazar, otra discípula de su maestra, que se encontraba fuera de España. Con el inicio de la contienda, parte de las actuaciones del Liceo se trasladaron a otros recintos y ella continuó trabajando durante un tiempo, pero cuando los bombardeos se incrementaron y la inseguridad se acrecentó, decidió abandonar temporalmente las tablas.

Esta situación coincidió también con la muerte de la Pauleta, y fue en ese momento cuando, aprovechando su inactividad escénica y gracias a una nueva intervención de su tía Cándida, comenzó a estudiar con Alexander Goudinov, un bailarín ruso que se había establecido en Barcelona hacia 1919, y que era conocido por el seudónimo de Sacha Goudine. Las gestiones de su generosa tía permitieron que Goudinov continuara la labor de su ya fallecida maestra en la misma escuela de la calle San Pau y esas clases supusieron un significativo avance en su formación técnica y estilística.

Al igual que ocurría entre otros compañeros de profesión, María de Ávila continuó tomando clases con este y otros maestros tras su reincorporación al Liceo. A lo largo de su trayectoria profesional, sus contactos con artistas españoles y extranjeros le acercaron a otras escuelas, ampliaron sus conocimientos y le abrieron nuevos horizontes profesionales, pero esto ya pertenecería a su fase de desarrollo como bailarina, en la que despegó con fuerza a partir de 1939.


Interpretación

“Esta simbiosis de todas las artes hace que el ballet sea un arte riquísimo y que exija la atención total del espectador. La música deja descansar a la vista. La literatura llama principalmente a la puerta de la imaginación, aún en el caso de un lenguaje poético, bello y sonoro. La pintura, la escultura, la arquitectura son artes intemporales: una vez concluidas están igualmente en un mundo silencioso. El ballet exige la colaboración de la vista, del oído musical y de la imaginación. Y como la música y el verso se desarrolla en el tiempo con una fugacidad demasiado efímera, que es uno de sus defectos y una de sus glorias.”

María Dolores Gómez de Ávila, El ballet, arte del siglo XX. Discurso de ingreso de académico electo, Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis, Zaragoza, 1979, p.16.

En 1939 María de Ávila fue seleccionada por el empresario del Liceo, Juan Mestres y Calvet, para incorporarse como primera bailarina del Gran Teatro del Liceo junto al que sería su gran compañero, Joan Magriñà. Ambos tomaron parte en la reapertura del teatro bailando en la ópera Goyescas de Granados y durante aproximadamente diez años fueron su primera pareja dancística y recibieron gran reconocimiento de la crítica. Además de las tradicionales intervenciones bailadas dentro de los espectáculos de la temporada de ópera (Aida, Las golondrinas,La vida breve, Manon, Orfeo,La feria de Sorochintzi, Carmen, Tzar Saltan,Sadko, Le rossignol, El gato con botas, La Gioconda…), intervinieron juntos en algunos ballets y/o coreografías como El carillón mágico, Carnaval o El amor brujo, participaron en funciones de gala como la organizada en honor a Francisco Franco en el Palacio de Pedralbes y en eventos conmemorativos con el gran baile celebrado con motivo del Centenario del Liceo en enero de 1948.

María de Ávila y Joan Magriñà actuaron juntos en otros escenarios como el Palau de la Música, el Teatro de la Comedia de Barcelona o los teatros Español y María Guerrero de Madrid, donde solían ofrecer conciertos, una fórmula escénica muy típica de esa época que alternaba piezas de danza clásica, danza española y música, y participaron en diferentes recitales solos o acompañados de otros bailarines, en galas, festivales y homenajes. También tomaron parte en dos interesantes proyectos escénicos: la Gran Compañía Española de Danza, un fallido intento de crear una agrupación nacional que se presentó en Zaragoza en 1943, y los Ballets de Barcelona, otra ambiciosa propuesta coreográfica con la que realizó una gira antes de retirarse definitivamente como bailarina.

A pesar de su gran compenetración y su estrecha vinculación profesional, Magriñà no fue su único partenaire en la escena. María de Ávila fue primera bailarina en la Compañía Española de Ballets junto a Alexander Goudinov, una empresa dirigida por el artista plástico Juan Cabanas e impulsada por la Sociedad Española de Arte, en la que también se involucraron otros pintores como José Caballero. Su presentación tuvo lugar en el Teatro Fontalba de Madrid en abril de 1942 y pocos días después repetirían actuación en el Nuevo Teatro. Dado el número de creadores involucrados en esta propuesta, su futuro parecía muy prometedor, pero no logró perdurar en el tiempo.

Los vínculos de María de Ávila con el Liceo le ayudaron a establecer contacto con maestros y bailarines de las compañías que viajaban para actuar en las temporadas de primavera. Gracias a ello conoció al bailarín francés Edmond Linval, antiguo integrante de los Ballets de Montecarlo, con quien actuó como compañera en varios recitales de danza (1944). También colaboró con él en unas conferencias ilustradas sobre la evolución de la danza en Francia, que fueron organizadas por el Instituto Francés de Madrid.

En aquella época cualquier oportunidad era buena para bailar y eso fue lo que hizo esta artista, aprovechar todas las opciones que se presentaban para poder salir a escena, ya fuese en formato de concierto de pareja o integrándose en funciones en las que participaban destacadas alumnas de Magriñà como Filo Feliú y Maruja Blanco o colaboradoras como Alejandra Dimina. En otras ocasiones llegaron a unirse artistas como Paul Goubé e Yvonne Alexander, dos bailarines extranjeros afincados en Barcelona y que mantuvieron bastante relación con ellos.

Como bailarina María abordó todo tipo de papeles y estilos, ya fuesen propios del género español (con zapatilla y zapato) o mostraran un perfil más estrictamente académico. Fue una artista dotada de una gran versatilidad estilística. Su formación respondía al modelo de bailarín completo al que se suele aludir para definir a los intérpretes de danza españoles que son capaces de enfrentarse a cualquier género o estilo coreográfico, es decir que podía afrontar las dificultades técnicas de una obra clásica como El lago de los cisnes o dejar traslucir el lirismo neorromántico de Las sílfides, del mismo modo que sacaba a la luz el carácter y la energía al interpretar obras inconfundiblemente nacionales como La vida breve, El sombrero de tres picos o El amor brujo.

Su trayectoria como intérprete se mantuvo hasta 1951, fecha en la que ya se había trasladado y afincado en Zaragoza. Sus últimas apariciones en escena tuvieron lugar como primerísima bailarina formando parte de los Ballets de Barcelona, junto a Joan Magriñà y Rosita Segovia, en los que interpretó papeles principales en obras como Tapices de Goya, El diablo cojuelo, Las sílfides o El lago de los cisnes. Había llegado de momento de dejar los escenarios y transformar definitivamente su vida. Su decisión no tuvo marcha atrás, pero no se apartó de la danza.


Magisterio

“La danza académica enseña un abecedario, una gramática, una ortografía y una sintaxis del movimiento que es a la vez armonioso y fuerte y delicado, expresivo y riguroso.”

María Dolores Gómez de Ávila, El ballet, arte del siglo XX. Discurso de ingreso de académico electo, Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis, Zaragoza, 1979, p. 10.

María de Ávila desarrolló su faceta profesional como bailarina al tiempo que daba sus primeros pasos como maestra en Barcelona. Solía rememorar el apoyo que había prestado a Pauleta Pàmies cuando todavía era alumna de su escuela y relataba cómo su anciana profesora requería su ayuda para mostrar a sus compañeras las poses y los movimientos que les pedía realizar. En cierto modo consideraba aquel aprendizaje como su primer acercamiento a la danza desde un enfoque más reflexivo que es, sin duda, el que requiere la enseñanza de cualquier disciplina.

Su oportunidad de hacer realidad esa primera experiencia surgiría algunos años después, a comienzos de 1946, cuando se incorporó como profesora auxiliar a la Cátedra de danza del Institut del Teatre que dirigía Joan Magriñà. Se integró dentro del equipo docente para sustituir a María Blanco, una de las discípulas de su compañero de escena, y continuó realizando esa labor hasta 1948, momento en el que decidió contraer matrimonio con el ingeniero zaragozano José María García Gil. Comenzaba así una corta etapa de transición que transcurrió en Guadalajara, durante la que nació su única hija, Dolores García Gómez, y que estuvo dedicada al cuidado de su familia. No mucho tiempo después, en 1950, su vida volvería a experimentar un nuevo cambio, al trasladarse y asentarse definitivamente en Zaragoza.

La capital aragonesa era una ciudad muy diferente a su Barcelona natal, pero María de Ávila tenía amistad con un nutrido grupo de intelectuales, creadores y amantes del arte gracias a los cuales se sintió acogida y logró integrarse como una oriunda más. Al mismo tiempo, casi por casualidad y sin premeditación previa, retomó de nuevo su actividad profesional al comenzar a impartir clases particulares en su propia casa a la que sería su primera alumna, Ana María de Górriz.

Instalada definitivamente en la capital aragonesa, María de Ávila continuó su vida al tiempo que expandía y afianzaba su labor docente año tras año, sin apenas hacer ruido pero dejando constancia del valor que iban adquiriendo sus enseñanzas a través de los pupilos que salían de su escuela y que se incorporaban a diferentes compañías españolas y europeas. Los habitantes de Zaragoza fueron testigos de la imparable transformación que la danza fue experimentado en su ciudad desde el inicio de su magisterio en los años cincuenta, pero en el resto del territorio nacional, esa evolución tardó algún tiempo en ser perceptible.

Animada por sus seguidoras más incondicionales, pero sobre todo incitada por su esposo, su más fiel admirador y alma mater de este proyecto en sus inicios, María de Ávila decide en 1954 abrir un pequeño estudio de danza en el número 15 de la cuarta planta del edificio que albergaba el cine Coso. La sala de estudio era un espacio de dimensiones reducidas del que los alumnos tenían que salir para poder realizar los ejercicios que requerían más desplazamiento, pero ello que no impidió que dos años después de su apertura, en abril de 1956, se celebrara en el Teatro Argensola una función de fin de curso para dar a conocer “los primeros frutos de su corta labor”. Esta sería la primera de una serie que su Estudio de Danza Académica repitió año tras año como cierre y colofón del trabajo anual y el inicio de una exitosa labor formativa de la que surgiría, ya desde finales de los años sesenta, una cantera de varias generaciones de brillantes bailarines que han proyectado sus enseñanzas por todo el mundo.

María de Ávila sabía que subir a las tablas era el método más eficaz para poner en práctica lo que se aprendía durante meses; ella misma lo había hecho desde niña. Conocía el enorme valor que tenía en la formación de los alumnos y siempre aprovechó la mínima ocasión que pudiera surgir para presentarles ante un público, aunque tuviera que desplazarse fuera de España para acompañarles a un curso de verano en la ciudad de Colonia, como sucedió en 1961. Otro ejemplo de ello fueron las actuaciones que realizaron un grupo de alumnos bajo el nombre de “Ballet María de Ávila” en la Fiesta de Primavera de 1964 o como “Ballet de Cámara de Zaragoza” formando parte de las actividades organizadas por “Juventudes Musicales” en 1974. En su escuela, las actuaciones se preparaban y ensayaban hasta el mínimo detalle, fuera cual fuera el espacio con el que contaran (las profesionales tablas de un teatro o la sencillez de una tarima en el auditorio de un colegio) y se afrontaban con una profesionalidad absoluta, nunca como un mero trámite, pese a la juventud o inexperiencia de sus intérpretes.

Con el paso de los años, se hizo patente la fuerza de su vocación pedagógica y la importancia de esa labor, especialmente en Zaragoza, donde la danza académica se expandió y arraigó con fuerza entre la sociedad local. Mantenía el reconocimiento logrado durante su etapa como intérprete, pero el prestigio que iba adquiriendo con su lenta e infatigable actividad como maestra y a través de las trayectorias artísticas de sus alumnos, se ensanchaba y sobresalía cada vez más. La demanda de clases creció y la escuela de la calle Coso se quedó pequeña, por lo que tuvo que trasladarla a otro local de mayores dimensiones en la calle Francisco de Vitoria, cuya ubicación se mantiene a día de hoy.

Alejada ya de la escena, dedicaba gran parte de su tiempo y su pensamiento a la enseñanza de la danza, pero siempre evitó aislarse. Del mismo modo que durante su etapa de bailarina se había nutrido del intercambio con bailarines españoles y extranjeros y no dejó de recibir clases para proseguir su entrenamiento, María de Ávila conservaba sus contactos y mantenía los vínculos con sus compañeros de profesión. Nunca dejó de alimentar la formación de sus alumnos, ya fuese impulsándoles para que complementaran su trabajo, preparándoles para presentarse a concursos nacionales e internacionales o dirigiendo sus pasos por un camino que les permitiera alcanzar una meta profesional. Su magisterio era un reto para ellos, pero también para sí misma, porque exponía y confrontaba su trabajo a través de las actuaciones de sus discípulos.

Dado su reconocimiento y experiencia, ella misma participó en jurados para seleccionar bailarines que pasaran a integrar alguna agrupación profesional, entre ellos el de las pruebas de ingreso en el Ballet del Liceo en 1972 y el que configuró el elenco inicial de la Compañía Nacional de Clásico en 1978 u otorgar premios en diferentes concursos y también fue miembro de tribunales de valoración para la incorporación de profesores en escuelas oficiales de danza.

No pasa inadvertida la lista de alumnos formados en su escuela por su amplitud y por su versatilidad, pero sobre todo porque muchos han sido destacados bailarines a nivel internacional y/o han desarrollado significativas trayectorias docentes con exitosos recorridos profesionales dentro y fuera de España como los de Ana María de Górriz, Lola de Ávila, Ángela Santos, Carmen de la Figuera, Cristina Miñana, Carmen Roche, Víctor Ullate, Mª Jesús Guerrero, Emilia Baylo, Rosa Sicart, Carlos Serrano, Ana Laguna, Carlos Lagunilla, Lionel Cordon, Mª Carmen González, Almudena G. Lobón, Antonio Almenara, Rafael Martí, Trinidad Sevillano, Arantxa Argüelles, Antonio Castilla, Elena Lozano, Amador Castilla, Mª Ángeles Bescós, Federico Bosch, Violeta Gastón, María Jiménez, Ruth Vaquerizo, Virginia Larrasquitu, Amaya Iglesias, Elena Iglesias, Elisabeth Iglesias, Claudia Faci, Mª Jesús Soto, Yolanda Plaza, Miriam Cremades, Asier Orbelzu, Alfredo Mena, Sandra Calderón, Lorena Jiménez, Luisa Sancho, Elías Sobrecasas, Gonzalo García, Alexandra Jiménez, Rosi Soto, Silvia Auré, Marta Barahona, Alicia Alcázar, Irene Baca, Eva Recacha, Rubén Martín, Moisés Martín, Lucía Barbadillo, Jorge García, Clara Blanco, Arancha Baselga, Ingrid Magriña, entre muchos otros.

Su labor como maestra, a la que dedicó gran parte de su vida, se hizo realidad a partir de una metodología propia en la que convergían elementos e influencias de diversas escuelas (francesa, rusa e italiana) a las que se unió su rigor, su constancia y una disciplina de trabajo casi devota, como devotos son muchos de los discípulos que han pasado por su escuela a lo largo de los años. A través de todos ellos el nombre y el legado de María de Ávila se ha diseminado y extendido, lo que ha dado lugar a una gran red genealógica que no deja de crecer y ha aportado a la danza académica española un vigor fecundo que evidencia la eficacia de su magisterio tanto en calidad técnica como en excelencia artística.


Dirección de compañías

“Todas las artes depuradas, las artes grandes, exigen del espectador una cierta preparación. El ballet, aunque parezca paradoja, es el que no exige ninguna para ser gustado por todo el mundo. El grande, bueno y bien bailado Ballet es apreciado instantáneamente por cualquier persona libre de prejuicios que en el momento de entrar en el teatro no sabía siquiera qué cosa era.”

María Dolores Gómez de Ávila, El ballet, arte del siglo XX. Discurso de ingreso de académico electo, Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis, Zaragoza, 1979, p.17.

María de Ávila abrió la puerta a una nueva etapa en su vida profesional, la dirección de compañías, ya en plena transición política y con un país inmerso en un ambiente cultural y artístico que demandaba novedades con avidez. Lo hizo con la presentación del Ballet Clásico de Zaragoza que tuvo lugar en el Teatro Principal de esa ciudad en septiembre de 1982 en el marco de los “Festivales Goya”. El programa de esta compañía ofrecía obras de depurada línea académica que habían sido creadas por esta maestra y por su antigua alumna y subdirectora del conjunto, Cristina Miñana, cada una con su propio estilo, con el que pretendían mostrar las cualidades de un grupo de alumnos destacados de la escuela.

Esta primera experiencia en la dirección, que podría calificarse como doméstica, no implicó una gran diferencia respecto a la labor que había desarrollado hasta ese momento en su estudio de danza. El elenco exhibía y exteriorizaba una atractiva combinación de dominio técnico, seguridad escénica y desenfado juvenil, por lo que el éxito no sólo acompañó sus distintas actuaciones, además provocó un tremendo impacto en el sector profesional y en la crítica al hacer evidente algo que ya se sabía: que esta maestra, desde su reducto zaragozano, formaba bailarines clásicos con un nivel técnico, una uniformidad estilística y una calidad artística que podían competir fuera de nuestras fronteras.

Su segunda experiencia no tardaría mucho en llegar, pero en esta ocasión la alejó por completo de su entono cotidiano y se tornó mucho más compleja. En febrero de 1983, tan sólo unos meses después de la clamorosa acogida de la presentación del Ballet Clásico de Zaragoza en Madrid, la prensa anunciaba su nombramiento como directora de los dos ballets nacionales. En ese momento María de Ávila también se encontraba al frente del Ballet Clásico de Zaragoza y durante los primeros meses compaginó ambas tareas, pero al finalizar ese mismo año, cedió el puesto a Cristina Miñana y se desvinculó del proyecto.

La decisión de crear una sola dirección para los ballets nacionales, que hasta ese momento habían tenido recorridos completamente separados, parecía estar ligada al propósito de convertirlos en una marca de país que contribuyera a aportar un valor añadido. Para ello, además de unificar el nombre de ambas compañías, se planeó perfilar una imagen corporativa que contribuyese a reforzar esa nueva visión y se diseñaron unos característicos carteles con una bailarina de cada sección cuya indumentaria mostraba, como elemento común, los colores de la bandera nacional.

Desde sus primeras declaraciones como directora y siguiendo ese mismo planteamiento, María de Ávila expresó su intención de establecer criterios de funcionamiento únicos que respetaran las peculiaridades estilísticas de la danza clásica y la española, e intentando dar coherencia al proyecto, planteó unos objetivos genéricos que podían aplicarse indistintamente a cualquiera de las dos secciones: mejorar el nivel técnico de sus integrantes, formar elencos uniformes, incrementar su presencia en los escenarios nacionales e internacionales y renovar los repertorios incorporando grandes obras de referencia que atrajeran al público a los teatros.

No lo tuvo nada fácil porque la propuesta era demasiado ambiciosa y parecía romper los esquemas ya implantados. Cambiar los hábitos establecidos provocó polémica en diferentes momentos y renunció a la dirección en septiembre de 1986. No obstante, muchos de los cambios que se introdujeron en esta etapa continuaron después de su marcha y modificaron el rumbo de ambas compañías.

Tras regresar a su escuela de Zaragoza y retomar de nuevo su labor pedagógica, María se enfrentó a su tercera y última experiencia como directora de una compañía, de la que finalmente se haría cargo su hija. El proyecto parecía una vuelta atrás, porque implicaba a un nuevo grupo alumnos escogidos, que procedían de su estudio y de la escuela madrileña de Lola de Ávila, pero en realidad se convirtió en un nuevo un paso adelante, porque las vivencias anteriores contribuyeron a que el conjunto tuviera una corta pero brillante trayectoria.

Las primeras funciones comenzaron en 1988, pero la presentación oficial del Joven Ballet María de Ávila tuvo lugar en el Teatro Juan Bravo de Segovia en septiembre de 1989. Pocos meses después actuaron en el Teatro Español de Madrid. Más adelante se sucedieron nuevos compromisos que les llevaron a realizar una gira por diversos colleges y centros universitarios norteamericanos, formar parte de la programación del Festival de Otoño de Madrid e incluso participar ─tan sólo algunas de sus integrantes─ en una gala de estrellas en el Centro Cultural de la Villa de Madrid. Sin embargo, no lograron contar con suficiente financiación para asegurar su continuidad y la compañía tuvo que disolverse. Finalizaba así esta etapa de dirección, pero no su trayecto vital que seguiría ligado a la danza a través de sus clases diarias en la escuela.


Reconocimientos, homenajes y galardones

“María de Ávila podría ser el nombre de una heroína, de la protagonista de una novela. Pero a ella le gusta que digan simplemente que fue, que es, una mujer que ha amado mucho la danza, una bailarina y una maestra que ha trabajado con una disciplina casi espartana, en el afán más que exquisito de buscar la perfección en cada movimiento, en cada giro y en casa expresión. Por ello su nombre, si algo inspira, es admiración y, sobre todo, respeto.”

Ana Rioja, María de Ávila, Colección Memorias de Aragón, Diputación General de Aragón, Zaragoza, 1992, p. 12.

A lo largo de su extensa vida profesional, María de Ávila recibió numerosas distinciones de muy distinta procedencia ─institucionales, profesionales y culturales─, que dan muestra de su trascendente papel en la evolución de la danza de nuestro país. Fue la primera bailarina en integrarse como miembro de número de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza desde 1979, candidata a los Premios Príncipe de Asturias en 2001 y en 2007 pasó a formar parte del Consejo Superior de Enseñanzas Artísticas como personalidad de reconocido prestigio.

Entre otros, le fueron concedidos los más destacados galardones nacionales, la Medalla de Oro de las Bellas Artes en 1989, la Gran Cruz de Alfonso X El Sabio en 2006 y la Medalla de oro al Mérito en el Trabajo en 2007, a los que se suman las condecoraciones que le entregaron distintas instituciones del territorio aragonés como el Premio Santa Isabel en 1965, el Premio San Jorge de la Diputación Provincial de Zaragoza en 1974, la Medalla de Oro de la Ciudad de Zaragoza en 1982 y el Premio Aragón en 1996.

Desde su propio ámbito profesional recibió distinciones como el Maximino de Honor en 2004, la Medalla de Oro del Gran Teatro del Liceo de Barcelona en 2009 y el galardón “Una vida para la danza” del Festival Internacional de Miami en 2013, sin olvidar los procedentes de entidades culturales históricas como la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid en 1998 o de representativas empresas periodísticas como el Premio Heraldo a los Valores Humanos en 2010.

A todas esos reconocimientos se suman los múltiples homenajes que recibió en diferentes momentos de su vida, como los organizados por el Pabellón aragonés de la Exposición Universal de Sevilla en 1992, por la Asociación de Profesionales de la Danza en la Comunidad de Madrid en la Gala del Día Internacional de la Danza en 1993, por la Asociación Cultural Zaradanza en el Teatro Principal de Zaragoza en 1999 o por el Gobierno de Aragón en 2000.

No se pueden olvidar los emotivos actos que en 2014 le dedicó la Compañía Nacional de Danza, bajo la dirección artística de José Carlos Martínez, al ofrecer un programa coreográfico en su honor sobre las tablas del Teatro Principal de Zaragoza ─recordando su enorme contribución al mundo de la danza─, e incorporar su nombre a una de las dos salas de ensayo de su sede madrileña. No sólo implicó dejar un testimonio de su paso por esa institución, sino también integrar su recuerdo en la actividad cotidiana de sus integrantes. Del mismo modo su huella está presente en el día a día de las aulas del Conservatorio Superior de Danza de Madrid “María de Ávila” desde 2006.

Otro reconocimiento a su importante labor ha sido la asignación de su nombre a una calle del barrio de Montañana y a un centro de formación de profesorado en la ciudad de Zaragoza, porque permiten que siga presente en la memoria de los habitantes de esa ciudad que la acogió y la adoptó en la década de los años cincuenta, aunque la más notable mención a su figura haya sido, desde 1977, la placa que rotula el nombre de su escuela, “Estudio de Danza María de Ávila”, en el número 25 de la calle Francisco de Vitoria; el lugar donde pasó tantos años formando bailarines y que mantiene vivo su legado bajo la atenta mirada de su hija Lola, quien recogió el testigo de su madre y maestra.

En su conjunto, todos estos honores y muchos otros que no han sido mencionados son el reflejo de su notorio e histórico valor, al que se une el presente homenaje con motivo del centenario de su nacimiento: 1920-2020.


Multimedia

Entrevista a María de Ávila

Margarita Cabero Moré, Entrevista a María de Ávila, 18 de marzo de 2008, http://ballcatmemories.cat/maria-avila/.

La entrevista a María de Ávila se incluye dentro de Memòries d'un altre temps - Recull biogràfic dels ballarins del Gran Teatre del Liceu, 1933-1967, espacio de entrevistas e investigación elaborado por Margarita Cabero.



Créditos

Edita

CENTRO DE DOCUMENTACIÓN DE LAS ARTES ESCÉNICAS Y DE LA MÚSICA (CDAEM) – INAEM – MINISTERIO DE CULTURA Y DEPORTE

Investigación, documentación y textos

Ana Isabel Elvira Esteban

Colaboran

Ángela Santos
Lola de Ávila
Mar Olmos
Margarita Cabero
María Jiménez
Marta Charfolé
Ruth Vaquerizo
Violeta Gastón
Asociación LiceXballet de Barcelona (Carmen Cavaller, Jordi Pujal, y Tomás Manyosa)
Arxiu de Revistes Catalanes Antigues, Biblioteca de Catalunya
Arxiu Societat Gran Teatro del Liceo
Biblioteca Digital d’Història de l’Art Hispànic (UAB)
Biblioteca Museu Víctor Balaguer
Centre de Documentació i Museu de les Arts Escèniques, Institut del Teatre
Centre de Documentació de l’Orfeó Català. Palau de la Música Catalana
Estudio de Danza María de Ávila
Filmoteca Nacional
Fundación José Caballero-Thomás de Carranza
Heraldo de Aragón
Proyecto de Digitalización del Arxiu Històric de la Societat G. T. del Liceu (Universitat Autónoma de Barcelona)

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