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Foto: Chicho. Sin demonio no hay fortuna

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Las óperas del Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas y el Centro para la Difusión de la Música Contemporánea

Por Tomás Marco


De esta manera la fecha del 22 de febrero de 1987 se convierte en el primer hito de esta colaboración ya que es el momento en que sube a escena la primera de las óperas encargadas que, siguiendo la idea primigenia de que tuviera que ver con la programación operística del Teatro de la Zarzuela, se había sugerido a los autores que se fijaran de alguna manera en el mito de Fausto ya que el Faust de Charles Gounod se representaba esa temporada. Y ellos lo admitieron y así lo realizaron.

El escritor propuesto por el CNNTE era Leopoldo Alas, autor riojano nacido en 1962 que había destacado como poeta y que se suele clasificar en la generación de los Novísimos. Autor que desapareció bastante joven ya que falleció en 2008 a los cuarenta y cinco años.

Este sería su primer libreto, pero no el único ya que aún haría otro para una ópera radiofónica de Juan Pagán (Estamos en el aire) estrenada en el Festival Internacional de Música Contemporánea de Alicante en 1991.

El compositor propuesto por el CDMC era Jorge Fernández Guerra, madrileño de 1952 y que, por cierto, sería precisamente, ya en el siglo XXI, el último director del CDMC antes de que fuera disuelto. Autor que más tarde también volvería al campo de la ópera con Tres deshechos en forma de ópera estrenada en 2012 con libreto propio y Angelus Novus estrenada en 2015. También publicó un libro sobre ópera en 2009, Cuestiones de ópera contemporánea. Metáforas de supervivencia.

La ópera que estos dos autores presentaron para el Olimpia era Sin demonio no hay fortuna, que efectivamente recrea el mito de Fausto aunque de manera paródica y en un escenario moderno. El compositor se adaptó muy bien al libreto -en realidad ambos creadores actuaron conjuntamente- y mostró también algunos aspectos paródicos desde el punto de vista musical. La obra contó con una esmerada puesta en escena de Simón Suárez (1947-1996) y contó como cantantes con Manuel Cid, Luis Álvarez, Carmen González y Ricardo Muñiz con un grupo de la Orquesta Sinfónica de Madrid dirigida por José Luis Temes. Es evidente que siendo la primera entrega del proyecto se carecía de toda información sobre sus resultados. Pero fueron positivos. La acogida del público fue excelente porque llenó prácticamente todas las funciones que se ofrecieron y aplaudió con calor. También las críticas fueron, en general, positivas, y así el primer paso se reveló como un buen comienzo para todo lo que iba a seguir. La segunda ópera se había encargado casi al mismo tiempo que la primera y tenía que ver con la temporada de la Zarzuela porque iba a girar sobre la temática del personaje de Fígaro que está presente en óperas como Las bodas de Fígaro de Mozart o El barbero de Sevilla de Rossini. El músico escogido era José Ramón Encinar, que aparte de su conocida carrera como director de orquesta, era entonces un notorio compositor, aunque luego dejara de componer por considerarlo poco compatible con su actividad directorial. Por más que la idea era que dispusiera de un libretista, él había pedido que se le permitiera hacer el libreto. Se llegó a la conclusión de que lo elaborara junto a quien iba a ser el director de escena, de nuevo Simón Suárez, que, aunque no quiso firmarlo, es muy buena medida coautor puesto que hasta la misma puesta en escena influía en el libreto. Este glosaba la figura del personaje de Fígaro usando tanto los libretos de las óperas basadas en él, como los textos teatrales originales de Beaumarchais que incluyen la tercera y menos conocida de las obras de la que en realidad es una trilogía, La madre culpable. Su nombre era simplemente Fígaro.

En algunos lugares se ha dicho que, a diferencia de la primera ópera, que estaba en español, esta está en italiano. La cosa no es exactamente así porque, si es cierto que se emplean fragmentos de los libretos en italiano y frases en francés de los originales, también hay textos en español. El espacio escénico desbordaba el escenario y la música, dentro del estilo derivado del serialismo que el autor practicaba, tiene además muchos guiños y citas, algunas verdaderas y otras apócrifas, a la ópera tradicional. No es una obra fácil de seguir por sus idas y venidas del teatro a la realidad y de la ficción a los hechos, y exige un cierto conocimiento de las obras originales tanto teatrales como operísticas, pero en cambio sí es fácil de recibir. Luis Álvarez encarnaba a Fígaro y el actor Fernando Hilbek a Beaumarchais, con otros cantantes como Douglas Nasrawi, Marta Méndez, Leandro Gómez, Miguel Galindo, Marisa Cabezón o Ana Burrell. Naturalmente el propio Encinar actuaba como director de orquesta. La obra interesó mucho y de hecho es el título que más ha circulado de cuantos se hicieron en ese ciclo ya que tendría otro montaje en Portugal y, años después, otro en el mismo Teatro de la Zarzuela. Su estreno se distanció justamente un año después de la primera ópera (menos un día) puesto que tuvo lugar el 21 de febrero de 1988.